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Más creatividad y motivación: beneficios de caminar a la hora de la comida

La reivindicación del «paseo» viene de largo. Henry David Thoreau, que no solo es el padre de la desobediencia civil, sino un naturalista acérrimo, sostenía que las caminatas son un elemento esencial para mantener una relación saludable con uno mismo y con el planeta. Al acto de caminar le dedicó varias reflexiones (Caminar, El arte de caminar, Un paseo invernal…), de las que se pueden extraer lecciones aplicables a nuestro día a día. Aunque no estemos solos en la profundidad del bosque. Aunque el viento no sacuda la nieve de los árboles. Aunque no haya juncos sobresaliendo en las laderas de un riachuelo. Y aunque en realidad, caminar a la manera auténtica de Thoreau no sea posible en ciudades como esta. Pero se puede intentar…

Y caminar por el simple hecho de caminar, a la hora que se pueda. De estirar las piernas —sentir que las tenemos; sobre todo cuando pasamos tantas horas en la posición de quien pueda estar leyendo esto ahora. Caminar para experimentar algo parecido a la liberad. Caminar para parar y, paradójicamente, para poner en marcha el motor que despierta la creatividad.

Está demostrado que caminar mejora el estado de ánimo y ayuda a gestionar mejor la ansiedad. Pero recientemente lo ha confirmado un estudio publicado en la revista Scandinavian Journal of Medicine and Science in Sports, que asegura que un paseo después de comer puede ser una solución sencilla y económica para combatir la depresión y el estrés laboral.

Para elaborar el estudio, unos profesores de la Universidad de Birmingham analizaron la evolución de 56 trabajadores de oficina. ¿El reto? Caminar como mínimo 30 minutos, durante la hora del almuerzo, tres veces a la semana. Durante diez semanas.

Los trabajadores se dividieron en dos grupos. El primer grupo salía a caminar mientras el otro permanecía en la oficina. Pasadas diez semanas se invertían los roles. Aunque en todo momento ambos grupos debían responder un cuestionario a través de una app. Las preguntas indagaban en cuestiones emocionales: estrés, tensión, entusiasmo, motivación, fatiga física… Con el objetivo de saber, a tiempo real, cómo se sentían acerca de la vida y el trabajo.

Cuando concluyó el experimento los investigadores compararon las respuestas. Y descubrieron que quienes habían paseado durante la hora de la comida se sentían mucho más entusiastas, relajados y motivados para hacer frente al resto de la jornada laboral.

Aunque los autores no midieron la productividad en el lugar de trabajo, el hecho de que los trabajadores «se sientan más positivos y entusiastas con sus tareas es muy importante para la productividad», según uno de los investigadores, el Dr. Thogersen-Ntoumani. «Por tanto, es de esperar que las personas que caminan después de comer sean más productivas».

Si nos fijamos en otro estudio, esta vez elaborado por la Universidad de Stanford, vemos que caminar fomenta la creatividad. En esta ocasión el análisis se realizó con un grupo de 48 estudiantes de esta universidad. Se les pidió que realizaran una tabla de ejercicios de creatividad sobre una cinta de correr. Y se observó que en esta caso se obtenían mejores resultados que si los hacían sentados. Según los investigadores, Marily Oppezzo y Daniel L. Schwartz, el acto de andar —tanto en exterior como en interior— estimula la creatividad, no solo durante la actividad en sí, sino también en los momentos posteriores.

Así que, amigos, lo de comer delante del ordenador, para adelantar trabajo o para no interrumpir el proceso creativo, puede que incluso sea contraproducente. Animaos a comer en los lugares destinados a tal fin y luego salid a estirar las piernas, a descansar «de verdad». Después de eso, veréis que la tarde es mucho más llevadera, va cuesta abajo, como si te tiraras por un tobogán (bueno, quizás un poco menos, pero para que nos entendamos).

Y por si todo esto no basta para convencerse de que hay que andar, confiemos en Nietzsche. Él decía que «todas las verdaderas buenas ideas se concibieron caminando». Así que animaos a andar: no exige ni aprendizaje, ni técnica, ni material, ni dinero. Solo requiere de vuestro cuerpo, de espacio y de algo tiempo. Vuestra creatividad y vuestro ánimo os lo agradecerán (o eso creemos).

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