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Redes sociales, chatbots, bitcoins,  mensajería instantánea, big data… A todos nos suenan estos términos y muchos los usamos a diario. Vivimos en un mundo híper digitalizado, en continua evolución  en el que no dejan de surgir  innovaciones, ideas y desarrollos, algunos de gran calado social, económico y cultural. Hoy celebramos estos cambios, hoy es el día de Internet.

El 17 de mayo es oficialmente el Día Mundial de Internet desde el año 2005. Una jornada para celebrar pero también para reflexionar. Hoy en día no entendemos el mundo sin Internet y sin la tecnología. Sólo en España, 31 millones de personas usan esta herramienta, más del 40% durante un tiempo superior a 3 horas diarias. A nivel mundial son 3.149 millones de usuarios, lo que representa casi un 50% de la población mundial.

Más allá de las cifras y de las fechas marcadas con mayor o menor fuerza en el calendario, nunca está de más pararse a reflexionar sobre lo que ha supuesto internet en nuestras vidas, sobre su evolución y las oportunidades y retos que supone la era post digital en la que estamos ahora mismo inmersos.

Porque es ahora cuando el desarrollo de la tecnología ha permitido una verdadera sociedad de la información, cuando estamos constantemente conectados e híper estimulados, cuando podemos podemos almacenar información casi infinita, analizarla y transmitirla convenientemente procesada de acuerdo a nuestros fines. Cuando las máquinas, como si de una película de ciencia ficción se tratase, están aprendiendo a pensar y realizan por sí solas más tareas de las que quizás llegamos a imaginar.

El desarrollo de la inteligencia artificial, del Internet de las Cosas, de la domótica, de la robótica, por poner sólo algunos ejemplos, está dando paso a una nueva sociedad que algunos anuncian más libre e igualitaria pero que no está exenta de peligros que, muy probablemente, harán necesaria una regulación. Riesgos como la invasión de la privacidad de los individuos, el debilitamiento del consumidor frente a procesos de venta automatizados, la obligación de estar constantemente conectados (con la consecuente petición del derecho a la desconexión digital), los efectos negativos en el empleo por la automatización de procesos…

Como ha sucedido en todas las revoluciones tecnológicas, el tiempo nos dará las respuestas a estos interrogantes. Más allá de las dudas, nos quedamos con las grandes oportunidades que supone lo digital. Pero sin olvidar nunca lo que hay detrás del desarrollo científico y tecnológico: un componente humano que lo hace posible.

 

 

 

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